Dice la película que las bicicletas son para el verano, pero también para el otoño y desde luego para la primavera. Lo cierto es que
la mayoría de las rutas que realizamos no se llevan a cabo en los meses más duros del invierno, entre noviembre y marzo, debido a que las condiciones climáticas no son las más adecuadas para ello.
Sin embargo, desde principios de marzo sí que se retoman nuestras rutas europeas y estas son las tres rutas “más madrugadoras” de nuestro catálogo que pueden comenzarse cuando todavía no ha asomado completamente la primavera al calendario.
En cualquier caso, siempre es conveniente planificar estas rutas con cuidado y confirmar las condiciones climáticas unos días antes de empezar el viaje ya que
con el cambio climático estamos viendo que no siempre hace el tiempo esperado según el mes en el que estamos. Además, sabiendo bien las temperaturas a las que nos vamos a enfrentar
será más fácil llevar la ropa adecuada para disfrutar del viaje al máximo.
Esta ruta
comienza a disfrutarse a finales del mes de marzo y se cierra cuando finaliza octubre. Su nivel de dificultad es bajo, un 2 y tiene una duración de siete días y de seis noches. A lo largo de este tiempo se realizará un completo recorrido por las áreas cercanas al Lago Constanza no solo en su zona alemana, sino también por pueblos de Austria y de Suiza. Uno de nuestros viajes más internacionales ya que en solo seis días se cruzarán varias fronteras pedaleando, ya que el lago es el límite entre estos tres países.
Durante la semana que dura el viaje en bicicleta se podrán visitar museos, castillos, un balneario e incluso el museo del Zeppelin, toda una oferta plagada de atractivos para conocer una hermosa zona de Europa que además está al alcance de la mayoría de las personas al ser rutas sencillas que no entrañan especiales esfuerzos en general.
El viaje incluye la entrada al museo Rosgarten en Constanza y también un desplazamiento en ferry para la ruta Wallhausen – Überlingen que lleva incluido el transporte de la bicicleta.
Nuestro viaje más madrugador, algo más complicado que el anterior por sus cambios de pendiente, es el que venimos a nombrar, que
se puede comenzar a realizar a partir del día uno de marzo. Tiene una duración de ocho días y de siete noches y una dificultad baja, solo un 2, lo que hace que prácticamente cualquiera pueda realizarla.
La Toscana ha servido de inspiración para muchas películas por sus increíbles paisajes y por esa paz que parece manar de cualquier fotografía que se realice estos parajes. Castillos y ciudades medievales, pueblos y aldeas en los que el tiempo parece haberse detenido y edificios renacentistas forman parte de la gran cantidad de tesoros de los que se va a poder disfrutar si se opta por esta bonita y bucólica ruta.
El viaje finaliza con una ruta en tren igualmente bonita y relajante en la que se puede disfrutar por última vez del paisaje de la Toscana pero en esta ocasión cómodamente sentados, en un modo de transporte que cada vez se utiliza menos para viajar por placer pero que mantiene parte de su encanto de siempre.
Esta ruta se puede disfrutar desde finales de marzo hasta finales de octubre y transcurre a lo largo de ocho días con siete noches. Aunque no tiene una gran dificultad, su nivel es 2, ciertos tramos los dos primeros tercios de la ruta son ligeramente montañosos y la última más llana por lo que, para quienes crean que este esfuerzo extra podría ser un problema, existe la posibilidad de pagar un plus en el alquiler de su bici y optar por una eléctrica.
El viaje incluye visitas a los castillos de Fürstenberg y el de Sigmaringen. También se visitarán monumentos medievales y edificios renacentistas. Pero quizás lo más bonito y lo que más llame la atención son las visitas a aldeas que no suelen entrar en lo circuitos turísticos y que conservan toda la esencia de la zona. En ellas es fácil imaginar como es la vida en este lugar de Europa. Por supuesto, también se podrá disfrutar de la gastronomía alemana, mucho más variada de lo que imaginamos. Como es de esperar, no puede faltar alguna cerveza típica, aunque habrá que dejarla para la noche una vez que se ha aparcado la bicicleta.
Como curiosidad, también se visitará la ciudad de Immendingen, famosa porque en esta zona el Danubio desaparece durante gran parte del año. O la ciudad de Ulm, que cuenta con la iglesia con la torre más alta del mundo. En definitiva, un viaje en el que no faltará nada.